8 de diciembre de 2005

Mis árboles

Mis árboles
Alfonso R. Arroyo

La madera no devuelve los golpes
Bruce Lee
Enter the dragon

Maldita TorreEl Sol apenas calentaba un poco, de esas veces en que hay que quedarse un buen rato debajo de él para sentirlo. Pudo haber sido una caminata agradable, como cuando vivía en La Pocilga.

Hoy al dejar la casa todavía dormido y con frío, camino evitando postes de luz, miro los cables en busca de algún viejo zapato que según dicen es para conmemorar la muerte de algún vecino. Un ritual urbano, cuyo fin es anunciar a los vecinos que uno de los suyos ha muerto. “Qué fulanito colgó los tenis” dicen que de ahí viene la expresión. O eso me contó Td. Un muerto sin nombre por cada zapato colgado.

A veces me encuentro con las miradas de los que recogen la basura en busca de algo que pueda servirles. Otros como Td y yo, vamos o al trabajo, a la escuela, a pagar la luz, el teléfono o a una de esas cosas que a fuerza tienen que hacerse por la mañana. Es un recorrido breve hasta la parada que no es un paradero propiamente; un tope despintado del que se valen los camiones para subir al pasaje arbitrariamente. Son alrededor de cinco minutos aproximadamente a un paso promedio, cansado, de diario.

Hay un depósito de reciclaje o eso parece. Siempre que paso por ahí veo que destruyen refrigeradores, muebles, apilan papel, cartón, fierro viejo, basura industrial de todo tipo. Justo al lado, a un par de metros hay un negocio de antojitos mexicanos. Nunca he visto a nadie comiendo ahí y no me sorprende, pero he visto a una mujer mayor, mal encarada que observa la calle atenta, nada se mueve sin que su ojo vigilante se de cuenta y nos hemos mirado un par de veces a fuerza de pasar todos los días.

Del otro lado: el de las tortas de tamal. Recargado sobre su triciclo, de esos que usan para vender garrafones pero a éste la modernidad lo ha provisto de una práctica herramienta: una grabadora barata que repite al infinito una voz plana, ajena y por supuesto fea. Recuerdo al Señor que pasaba por mi casa, gritaba horrible, pero gritaba. Gritaba todos y cada uno de los sabores que traía en alaridos tristes y resignados. Éste no. Ahí está él, casi inmóvil, tirando rostro. Yo procuro no acercarme demasiado, casi no sé de él y es por amor propio que no he querido probar esas tortas. El tipo que rentaba la bodega de al lado era tamalero y varias veces estuve presente durante el proceso y no quiero tentar más a mi suerte.

Luego hay que pasar frente a la fábrica de Hules y Uretanos del Sur S.A de C.V. Ésta resguarda la cima de la cuesta que lleva al paradero con un olor a plástico quemado que infecta el resto del camino. A esa hora, el sol está a mi derecha así que el panorama es sombrío. Pero tenía vida, no hablo de las almas que van caminando, esquivando también los camiones de las mudanzas Los Reyes Coyoacán. Puestos al azar con la finalidad de estorbar el paso lo más que se pueda. $sta_tecla->$camion_mudanza=rand(1,7); (algo así).

Ésta mañana los han cortado. Así nada más… amanecieron desnudos y ya. Sus ramas tiradas, vencidas, violadas, convertidas en más basura, como si no tuviéramos ya suficiente. Es raro aquí a veces hasta los árboles son feos, están torcidos, chuecos o como los míos: muertos. Su trabajo es morir todos los días. Cuando se hace de noche y no hay viento, desaparecen, dejan un aroma metálico, como el que queda en las manos después de haber jugado unas monedas. Detrás de estos palos mordidos ahora se eleva sobre la tierra sucia; llena de un polvo negro y espeso. Una espantosa estructura de hierro; un gigante inanimado, armado con tentáculos eléctricos. Mortales para cualquiera.

Sin embargo, como todos los que van caminando por ésa cuesta, me inclino ante ella conforme voy subiendo. Ante esta cosa oxidada a la que pronto tendré que ponerle algún nombre. ¿Qué puedo decir? Eran cinco, los conté hace un rato. Nada más me dejaron los puros palos y todos los días tengo que pasar por aquí. Me gustaría decir que los perdono, los perdono sí, pero también los desprecio.

2 comentarios:

Indio Cacama dijo...

Por alguna razón , este post me recordó a un vendedor de gelatinas que censuró la forma de pregonar de un vendedor de hot dogs: mta ¿así quiere vender? , y se fue pregonando sus gelatinas: ¡tsasasasbrosas! .

fbf dijo...

Me imagino por acá la tecnología avanza a pasos agigantados...
Gracias Ernesto. :D
Saludos