7 de enero de 2005

Duerme,
descansa un poco del juego del viento
allá están muriendo nuestros secretos
allá, bajo la lluvia.

Descuida,
las velas no levantarán ya sus puños
han llorado tanto que se han quedado secas, casi calvas.

Rezan a una virgen que no puede hacer milagros,
son como esas plantas horribles
que para que no crezcan más
hay que quitarles el aire.
Ésta las muerde tan fuerte que se crispan hasta los dioses.
Sólo las quiere el aire,
porque ni siquiera el silencio las necesita.

Por favor,
no me condenes a vivir en Luvina
no quiero que mi mirada se tropiece con el polvo,
no quiero ser como esos viejos que se quedan
a cuidar de los muertos.

Mejor entiérrame
y llena mis pulmones de luz
para que pueda dormir.